Cristina Kirchner le puso punto final a la siempre turbulenta relación con el presidente en ejercicio Alberto Fernandez. No huelga recordar que este último, luego de renunciar a la jefatura de gabinete, post crisis con el campo, se pasó durante años criticando de manera feroz a la vice presidenta.
En las elecciones legislativas de 2017, Alberto fue jefe de campaña de Florencio Randazzo y logró obtener un 4 por ciento. Exactamente el porcentaje que le faltó a Cristina para alcanzar a Esteban Bullrich. ¿Consecuencia? CFK obtuvo su primera derrota electoral en toda su carrera política. Más aún, fue en suelo bonaerense. Nunca se lo perdonó.
A su vez, mediante un anuncio vía redes sociales, a mediados de 2019, Cristina proclamó la formula Alberto Fernandez – Cristina Kirchner. Un hecho inédito, casi para caso de estudio en la ciencia política. Una candidata a vice eligiendo el candidato a presidente.
Las razones de esa maniobra política nadie las sabe. Podemos conjeturar, especular e intentar adivinar que quiso hacer la dos veces presidenta de la nación. El análisis más simplista recaería en pensar que ella creía que con su propio caudal electoral no alcanzaba para derrotar a Macri. También podemos creer que creyó que Alberto le aseguraría los votos de los gobernadores del norte y algunos del peronismo del centro. Aunque la versión que resulta más creíble es que esa decisión estuvo únicamente destinada a que el reciente padre de Francisco le asegurase tranquilidad en el frente judicial. Probablemente, lo único que atemoriza a CFK.
El plan de la “tranquilidad judicial” empezó con el pie izquierdo. El presidente apenas asumió eligió al frente de la cartera de justicia, a su amiga Marcela Losardo, de excelente relación con el poder judicial lo que significó la primera traición del acuerdo electoral para la líder del instituto Patria.
La relación se tornó aún más tirante con el fracaso económico del gobierno y se profundizó con la pésima elección de medio termino que tuvo el Frente de Todos.
Ergo, todo está mal para Cristina. La política económica según su punto de vista es un desastre. Nunca estuvo de acuerdo con Alberto en términos ideológicos y mucho menos si este último la desobedece logrando un entendimiento con el Fondo Monetario Internacional.
A juzgar por lo visto, nadie puede discutir que Cristina no vaciló en hacer públicas sus diferencias con el primer mandatario. Hemos visto cartas, declaraciones, audios, marcadas de cancha explicitas, etc. Pues bien, Fernandez, el presidente, resiste con su último bastión. Nada más ni nada menos que el ministro Guzmán.
El ultimo capítulo de esta relación sucedió en el marco de apertura de sesiones de la eurolat. Allí, la vice presidenta sentenció el divorcio con el presidente explicándole que el poder no le pertenece. De manera más elegante, replicó lo dicho por Fernanda Vallejos luego de las elecciones legislativas.
Lo que suceda en el futuro es incierto, como todo lo que ocurre desde que el Frente de Todos llegó al poder en 2019. ¿Será capaz Alberto Fernandez de gobernar con autonomía? ¿Se animará? ¿O los argentinos seguiremos por los próximos dos años asistiendo como testigos a esta penosa telenovela? Nadie sabe.