Fue justicia

La tarde del martes 6 de diciembre quedará en la memoria de muchos argentinos: Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner fue condenada por la Justicia en la causa de Vialidad. Por más que al kirchnerismo no le guste, es la justicia la que actuó.

Pese a las amenazas del sindicalismo y del sector K más duro, los jueces avanzaron en la condena a la vicepresidente de la Nación. Aun cuando el propio Alberto Fernández, cabeza del Poder Ejecutivo amedrentó  al Poder Judicial con una Cadena Nacional bochornosa que demostró lo humillado que está ante CFK, una vez más.

“No voy a ser candidata a nada”, disparó Cristina en un discurso desde el Senado lo cual abrió interrogantes sobre quién será la persona que encabece la lista del Frente de Todos en las presidenciales de 2023. Las duras palabras de la vicepresidenta apuntaron a los “amarillos”, en clara referencia al macrismo y a Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín a quien desde el 2008 con la crisis del campo, el kirchnerismo considera su enemigo: “No voy a ser mascota de Magnetto”, dijo.

Corta es la memoria de la entonces primera dama, cuando su esposo Néstor Carlos Kirhner a fines de su mandato le permitió la fusión de Cablevisión (Grupo Clarín) con Multicanal, haciendo que se convirtiera aún más en un poderoso aglomerado de multimedios. Pero fue el 6 de agosto, en una declaración de la propia Cristina, que se preguntó si algún fiscal investigaría las visitas del CEO de Clarín a la Quinta de Olivos para los negocios que hacían con Néstor.

La ira de Cristina por quedar en la historia como condenada es tal que puede acusar a su fallecido “compañero de vida” sin escrúpulos.

Ni un solo argumento para defenderse de las acusaciones. Nada. Solo un discurso antidemocrático y persecución a la política. Ahora, llegará el momento de las apelaciones de ambas partes; el año próximo la vicepresidenta tendrá 70 años por lo que en caso de ser detenida no irá a una cárcel y los tiempos de la Justicia en Argentina son extensos: 20 años por ejemplo para saber quién mató a María Marta García Belsunce y finalmente quedó impune. Otras décadas siguieron por la causa Amia o las explosiones en Río Tercero que tenían a Carlos Saúl Menem como principal acusado.

Pocas son las esperanzas de ver a una Cristina presa si somos realistas. Pero al menos se dio un paso que quedará en la historia. Las amenazas y aprietes del sindicalismo se desinflaron (por el momento y ojalá así sea) y no hubo Cadena Nacional de ningún testaferro  – como dijo Patricia Bullrich – que intimide a la Justicia.

Finalmente, entre corrupción y justicia… fue justicia.