CRÓNICA DE UNA AUDIENCIA DE TERROR
Por Sandra Pitta, Marina Kienast y José Magioncalda
Luego de la resolución de la Ministra de Educación de CABA que prohibiera el lenguaje inclusivo en las escuelas, se realizó, en el día de ayer,una audiencia convocada por la Jueza Romina Tesone, en el amparo iniciado por organizaciones kirchneristas y de izquierda, para dejar sin efecto dicha prohibición.
A dicha audiencia asistimos los autores de esta nota, luego de presentarnos en el expediente, junto a muchos otros que defienden la necesidad de enseñar correctamente el idioma español en las aulas.
Lo sucedido antes y durante la audiencia nos permite dudar de la imparcialidad de la magistrada.
En efecto, una vez dentro de la sala de audiencias, los autores de esta nota fuimos desalojados por el Secretario de la Jueza, mientras permanecían en la sala Victoria Donda, y otros defensores del adoctrinamiento escolar.
Luego de varias quejas y de un intercambio de opiniones con la magistrada, se nos permitió ingresar nuevamente.
Iniciada la audiencia, advertimos que gran parte de las autoridades públicas presentes mezclaban el idioma de la Real Academia Española con el “lenguaje inclusivo”. Como bien se sabe, el “inclusivo”, al igual que la mentira, tiene patas cortas. Como la audiencia duró varias horas, no pudieron sostener sus personajes por mucho tiempo.
Pocas veces se ha visto una discusión tan alejada de los reales padecimientos del sistema educativo. Nunca se habló, por ejemplo, del derecho de los padres, y además contribuyentes, a que sus hijos aprendan a leer, escribir y hablar en correcto español. Todo giró alrededor de los intereses sectarios de minorías a costa de complicar un idioma que ni ellos son capaces de mantener, sin volver al masculino genérico, durante una simple audiencia judicial.
Quienes estuvimos presentes fuimos testigos de una docente diciendo “Mis pibis” y de una titular del “Observatorio de Género” del Poder Judicial, rescatando como algo positivo la “intervención política” del idioma, a sabiendas de que lo que estaba defendiendo es un lenguaje politizado dentro de las escuelas.
Pero lo más grave es que la propia jueza, Romina Tesone, llegó a utilizar el “lenguaje inclusivo”, desconociendo que un magistrado no solo debe ser parcial, sino también parecerlo.
La frutilla del postre llegó cuando, luego de varias horas de audiencia, la jueza consideró que quienes habíamos sido citados como terceros (o sea, “en calidad de parte”, según lo establece el art. 84 del Código Contencioso Administrativo y Tributario) no tendríamos la posibilidad de hacer uso de la palabra para exponer nuestros fundamentos.
Así, quienes fuimos respetuosos de la palabra de los demás, mientras los defensores del “lenguaje inclusivo” interrumpían y opinaban, sin demasiada oposición de la magistrada, padecimos el cercenamiento de nuestra libertad de expresión.
Lamentablemente, Su Señoría pareciera no saber que incluir no es hablar con la “e”; incluir hubiera sido permitirnos el uso de la palabra.