Ayer a través de un comunicado, el gobierno de Alberto Fernández anunció la llegada de Sergio Massa al gabinete nacional. Se hará cargo de las carteras de Economía, Desarrollo Productivo y la de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Esto deja en claro que el presidente Fernández renunció definitivamente a conducir el destino de este país. La voracidad de poder de Massa se llevó puesto a Gustavo Beliz, una de las personas mas cercanas al primer mandatario y también a su archienemigo Daniel Scioli quien retorna a Brasil como embajador.
Si bien Massa ya ocupó el cargo de Jefe de Gabinete, esta es su verdadera oportunidad de demostrar si verdaderamente está capacitado para ocupar el sillón de Rivadavia.
El interrogante que plantea la llegada del tigrense es cuál de todas las versiones de Massa veremos. Ha sido tan zigzagueante, tan incoherente, tan impredecible que es verdaderamente una incógnita que rumbo tomará. ¿Aplicará el salario universal tan reclamado por Juan Grabois? ¿Echará a lo ñoquis de La Cámpora como alguna vez prometió?
Es propio del ser humano cambiar de ideas, posiciones, fundamentos, como se dice popularmente nadie resiste un archivo. Sin embargo, Sergio Massa debería entrar al récord Guinness en el rubro incoherencia.
Por el lado de la oposición este sacudón político obliga a acelerar los tiempos de las definiciones y a unificar el discurso. La posibilidad de una interna del Frente de Todos quedó absolutamente sepultada.
Si de algo se lo puede catalogar al nuevo superministro es de moderado. Esto representa un dilema para Juntos por el Cambio. ¿Cuál es el mejor candidato? ¿Un halcón o una paloma?
La crisis es tan profunda que hemos naturalizado hechos que en un contexto normal serían imposibles de digerir. Una vicepresidenta que durante dos años y medio se encargó de desgastar la figura presidencial por los más diversos y perversos métodos, dejó como saldo lo que está ocurriendo ahora. Un presidente que solo tiene la banda y un inescrupuloso como Massa ostentando todo el poder. Perdimos Todos.