La Corporación del Mercado Central de Buenos Aires está a punto de cumplir 38 años. Es una de las razones que me llevan a escribir un poco de su historia debido a la decidia y abandono que se refleja no sólo en lo edilicio sino también en la precaridad de su actividad.
La entidad fue creada para tener una comercialización transparente y garantizar la calidad de todas las frutas y verduras, que se comercializaban por entonces, con un área de protección de 60 kilómetros a la redonda. Esto significaba que era el único organismo frutihortícola que podía vender de manera mayorista dentro de ese perímetro; también contaba con lo que increíblemente todavía tiene: un control público tal que no deja lugar para manipular la calidad de los productos, lo que garantiza la sanidad y la inocuidad de los artículos de ese rubro.
Según mí punto de vista y con quienes dialogué (muchos de ellos fundadores de ese predio), coincidimos en que ese monstruo está atravesando la peor crisis desde su creación.
El Directorio de la Corporación está compuesto por un Presidente elegido por Presidencia de la Nación, un vicepresidente elegido en este caso por la gobernación de la provincia de Buenos Aires, y un último director, que representa a la C.A.B.A.
A través de los años las autoridades, permitieron que se modificara el fin por el que fuera creado, dejando de ser lo que era para pasar a vender de todo y convertirse, en la plataforma de comercio más grande de todo Buenos Aires, ya que en el mismo podemos encontrar desde muchos negocios minoristas, supermercados mayoristas -como Diarco Maxiconsumo y otros, grandes estaciones de servicios, falsas ferias baratas, como así también plantas de marcas como: Coca Cola, Mercado Libre, Quilmes, etc.
El predio es transitado permanentemente por unas 80.000 personas, quienes concurren diariamente a su trabajo sientiendo al mismo como su lugar de pertenencia, la mayor parte, o la fracción más importante de estas personas, continúan siendo de la actividad verdulera, corazón inigualable del Mercado Central. Todas esas personas, más los que visitamos ocasionalmente para comprar algún producto y conocemos muy bien a este gigante, notamos que ha entrando a una fase de enfermedad terminal, por culpa del peor Directorio de la historia, y así lo afirman los empresarios, productores que temen perder su fuente de trabajo y aquellos que también temen perder sus puestos laborales.
El mayor daño y deterioro es que pasó sin lugar a dudas a ser el más caro en su operatoria, es el área frutihortícola, motor del Mercado. Ellos son los fundadores del Central y quienes tienen conectividad con el resto de su rubro, el que, a lo largo y a lo ancho del país -directa o indirectamente- involucra a más de 1.500.000 trabajadores.
Si llegase a desaparecer el corazón del Mercado Central, los profesionales del sector no dudan que los alimentos frutihortícolas, si los maneja este gobierno de la mano del presidente de la Corporación, podrían quintuplicar sus precios, ya que carecen del conocimiento, experiencia del sector y el sacrificio laboral.
Aunque todos aquellos con quien hablé hacen cargo al directorio, me pregunto: ¿por qué ninguna de las autoridades denuncian los miles de ilícitos que hay dentro del predio, existen auditorías internas, que demuestran la complicidad de Nahuel Levaggi, presidente y responsable del Mercado Central, y alfil de Máximo Kirchner.
Levaggi llegó al Mercado Central el 24 de marzo de 2020, una vez declarada la emergencia sanitaria por el Covid-19; rápidamente se ganó -él y todo su equipo- el repudio de la gran mayoría de la comunidad del Mercado, cuando quisieron ponerse al frente y apoderarse de una herramienta que había conseguido el área frutihortícola, representada por su cámara, COMaFru. Se trata de la sanitización del Mercado, los productores que operaban para ese entónces resignaron los días sábados, disponiendo su tiempo al servicio de la comunidad con las camionetas que les proveía la Secretaría de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, para garantizarnos a nosotros, los visitantes, las mínimas normas de seguridad ante el temor de la población y las restricciones vigentes.
Lejos de establecer una buena relación con la comunidad mercantil, el presidente optó por la confrontación; fue así como quiso adueñarse del programa del precio sugerido, elaborado y oportunamente presentado también por la COMaFru, dictado por su presidente, Fabián Zeta. El programa detallaba el producto, presentación, cantidad de kilos, precio mayorista y su valor por kilo.
Ese programa fue implemetado y llevado adelante desde agosto de 2019 hasta mayo de 2020, como una herramienta fundamental y necesaria para la población, ya que tenían un valor sugerido a pagar por el kilogramo frutihortícola.
En junio de 2020, Nahuel Levaggi lo usurpó y desvirtúo totalmente: cito un ejemplo: el zapallito, el tomate y el morrón pasaron de valer $700 el cajón, a $3500 el mismo bulto. Por todo esto dicen los productores operadores mayoristas del Mercado Central que los valores en manos de estas autoridades, como mínimo quintuplicarán su valor.
Otro rumor, no menos importante, en los pasillos del Mercado asevera que el anterior directorio dejó un superávit, reflejado en papeles por $420.000.000, que eran intocables por estar en plazos fijos, y había otros $70.000.000 que estaban dando vueltas en los negocios de la Corporación. De todo eso no quedó nada. Hoy el Mercado Central tiene un déficit de $27.000.000 mensuales, duplicó la planta de trabajadores y se tornó inmanejable.
Me invaden las dudas y las preguntas que aún no logro responder: Si el presidente de la Corporación es el responsable, ¿por qué el vicepresidente de la provincia de Buenos Aires y el director de C.A.B.A se quedan callados?
Son miles de irregularidades que, de seguir así, llevarán al Mercado Central de Buenos Aires a convertirse en el próximo elefante blanco.