Es de público conocimiento que uno de los aspectos de gobierno peronista en los que más roba es la Obra Pública. Sin ir más lejos, el caso de Lázaro Báez es el ejemplo por excelencia. O el agujero negro que fue la gestión de los trenes, que llevó a la falta de mantenimiento y su consecuente tragedia de Once.
Pero en la Obra Pública se conjugan los tres aspectos del político peronista promedio: corrupción, desidia e incapacidad. Es difícil distinguir en el caso que citaré más adelante cuál de esas tres características de la gestión peronista ha sido la responsable. Pero en definitiva no importa, porque en todos los casos la consecuencia final es la muerte… no de ellos, ellos se quedan con la plata. La muerte de la gente.
El 3 de enero de 2022, el presidente inauguró una obra en San Antonio de Areco.
Dos días después, se publicaban notas sobre el peligro de la misma (ver: https://tn.com.ar/sociedad/2022/01/06/el-presidente-inauguro-una-ruta-en-san-antonio-de-areco-los-vecinos-denuncian-que-es-un-peligro/). Porque en lugar de hacer el acceso a la ruta 41 mediante un rulo (marcado en verde en la imagen) lo hicieron con un camino (marcado en rojo en la imagen) que genera tener que cruzar el carril en la ruta 41 para tomar hacia la izquierda.
El presidente dijo en la inauguración, con un cinismo y desprecio por la gente pocas veces visto: “La vida hay que cuidarla siempre. Hay que cuidarla cuando vino una pandemia y hay que cuidarla también en las rutas”. Y agregó “Hay que hacer rutas seguras. Lugares donde los que la transitan no tengan miedo de que allí puede pasarle algo que lastime a sus familias o que acabe con sus vidas”.
Este es sólo un ejemplo de que, aún si no fuera un caso corrupción, la estupidez del gobernante también mata. El peronismo es pródigo de corruptos, inútiles e incapaces, y el destino que nos espera a los argentinos en este año y medio que les queda de gobierno es oscuro.