Finalmente, Cristina Kirchner se cargó al ultimo de los fieles del presidente. Ayer mientras la vicepresidenta daba un discurso devolviéndole los misiles a Alberto (ya es agotador) con respecto al uso de la lapicera, via twitter, Martin Guzmán anunció su renuncia al frente del Ministerio de Economía.
Evaluar los dos años y medio de gestión del alumno dilecto de Stiglitz a esta altura carece de sentido. Alcanza con analizar los sueldos de los argentinos en términos reales para entender que Guzmán ha sido un rotundo fracaso.
Con esta renuncia, se abren muchísimos interrogantes. El mas importante es el nombre del sucesor que hasta el momento no se ha dado a conocer.
Varios señalan a Sergio Massa para hacerse cargo de este verdadero caos. Es una oportunidad para el tigrense si es que aspira a suceder a Fernández. Todavía queda un año y medio, lo cual, en este país es una eternidad. De lograr una gestión mínimamente aceptable puede ser una buena plataforma de cara al 2023.
Otra opción, es que quien ocupe el quinto piso de Yrigoyen 250 sea alguien del núcleo duro de Cristina Kirchner. En este caso, Alberto Fernández definitivamente abdicará en su cuestionado rol de presidente de la nación. Por otro lado, la vice se ha mostrado durísima en cuanto al Fondo Monetario Internacional. ¿Cómo receptara el organismo multilateral de crédito un ministro que reniegue del acuerdo firmado?
Un tercer escenario, a mi entender, el menos probable, es que luego de perder a su último soldado de peso, el presidente elija a alguien de su confianza y se ponga al frente de todas las decisiones económicas en lo que resta de su mandato. Obviamente, de ser así, la ruptura con Cristina será total. ¿Se animará?
En el medio de todo este caos con mezcla de decadencia, se encuentra el pueblo argentino. Una sociedad que no llega en su gran mayoría a cubrir las necesidades básicas para llevar una vida digna. El daño que le ha hecho el Frente de Todos a la ciudadanía es difícil de mensurar. Mientras el presidente y la vice se pelean sobre el concepto del uso de la lapicera, el ciudadano de a pie no aguanta un minuto más. No nos merecemos esto.
