Hemos llegado a un punto de no retorno. En medio de una crisis sin precedentes, con un estado completamente sobredimensionado, con una catarata de planes sociales, con un endeudamiento enorme y sin reservas en el banco central, algunos sectores del oficialismo, como el que lidera Juan Grabois, proponen la creación de un “salario universal”.
Por definición, universal comprende a todos los seres humanos que habitan la tierra. Es decir, de aplicarse, al hijo de un magnate multimillonario de nuestro país, le correspondería este beneficio que pretenden crear.
Amén de lo anterior, el salario es la contraprestación que recibe una persona por realizar un determinado trabajo. No hace falta ahondar demasiado en ver la realidad de cómo se llevan a cabo los planes sociales en la Argentina. Los pobres son rehenes de los líderes de movimientos sociales y la única exigencia que tienen, es la de asistir a las manifestaciones donde se cortan calles y avenidas. Para peor, encima les quitan el 2%.
Lo que pone de relieve este tipo de propuestas es el nivel de decadencia al cual asistimos. Mientras los países desarrollados se están ocupando de la disyuntiva que genera el avance tecnológico y como hacer para que eso no se traduzca en desempleo, en este bendito país discutimos sobre si está bien o mal regalar dinero.
Este mal que nos aqueja no es de ahora. Ya son más de veinte años de tener un estado que fomenta y financia planes sociales que no tienen ningún tipo de beneficio para el conjunto de la sociedad. Es lamentable que un país que tiene todos los recursos mas preciados por el planeta entero, en vez de planificar una industria vinculada a los sectores mas productivos, este pensando cómo fomentar cada vez más la vagancia.
La degradación y el no respeto a la dignidad humana es lo que sobresale de todo esto. El trabajo es una columna fundamental en la vida de cualquier ser humano. Que sean los dirigentes quienes piensen que el pueblo al que dicen representar no merece trabajar, habla también de la perversión que reina en nuestra tierra.